El olor del mar se adhería a sus pieles, el Sol brillaba de otro modo y ellos llenaban sus pulmones con el aire de la libertad.
-¡Ya estamos! No me lo creo… ¡Hemos llegado!- Lena expresó en voz alta lo que todos pensaban… Por fin, el verano de sus vidas, acababa de comenzar.
Atravesaron la ciudad y después se alejaron un poco siempre en paralelo a la costa
-La casa está en los alrededores, explicó Aaron.
El coche se detuvo frente a una de las últimas casas, era gigantesca y blanca. A su alrededor había unos semimuros también, en ese color, rematados por unas placas de cristal. Aunque igual podrían haber sido muros de piedra, porque había tantos árboles y arbustos que no se distinguía el interior.
-Gu-a-u…-La reacción de Angel complació a Aaron, que orgulloso, abrió la puerta de la verja exterior y la de la casa, seguido por las chicas.
Mikael les observó alejarse y se rió incrédulo ante la certeza de que le tocaría a él pasar los equipajes, abrió el maletero, vio las grandes maletas… y volvió cerrarlo sin hacer ruido. Entro corriendo en la casa tarareando una cancioncilla como si no pasara nada.
Encontró al trío en lo que debía de ser la cocina, Aaron contaba batallitas y fanfarroneaba ante las dos chicas que casi babeaban ante el estilo moderno y americano de toda la casa. Miki se acercó a Lena y la pasó un brazo por los hombros, entonces ella se percató de su presencia y le dedicó una de sus encantadoras sonrisas.
-Amor… haz el favor de meter el equipaje mientras Aaron nos enseña la casa porfi.- su cara era realmente digna de ser grabada, cuando iba a replicar ella le dio un leve beso en los labios- Te quiero.- y se fue tras su guía a ver las habitaciones.
La casa o mansión contaba con tres habitaciones, cada una con baño, y dos cuartos provistos de camas por si las moscas, cada una decorada según un color, pero todas muy parecidas. La primera que le enseñó estaba diseñada en azul marino y negro, una gran cama de edredón azul presidía el dormitorio, a cada lado de esta había una mesilla de noche en color negro, las paredes eran del color de las noches lejos de las ciudades, y estaban sembradas de dibujos blancos que simulaban el mar y el cielo; una lámpara de araña colgaba elegantemente del techo. Lejos de los pensamientos poéticos y mágicos que la habitación inspiraba en Lena, su amiga hizo un comentario poco apropiado…
-Pero si parece el escenario de una peli porno.-comentó más a los espejos que había encima de cada mesilla y en el techo.
- De noche esta habitación debe ser increíble… - Aaron miró a Lena con aprobación.
La segunda y la tercera eran bastante parecidas entre ellas, se diferenciaban básicamente por los colores. Una era naranja, amarilla y verde lima, todo colorido. Contenía dos camas gemelas, una a cada lado de la puerta; una armario de dimensiones megalíticas, un escritorio y dos cómodas, a parte de muchos espejos en las paredes y en el techo. En el medio de la habitación, podía verse una alfombra con círculos de colores… Las chicas intercambiaron una mirada de placer.
La tercera habitación era similar, pero en turquesa, rojo y blanco. Las habitaciones para “invitados imprevistos” eran bastante más austeras, en blanco y añil aunque desde luego nada comprado en las rebajas.
Miki consiguió meter dentro todas las maletas, primero lo intentó con tres a la vez, pero no fue capaz de levantarlas, después con dos… y acabaron en el suelo él y las maletas. De modo que las fue metiendo dentro de una en una… con mucho trabajo y muy despacito. Para cuando terminó apenas era capaz de erguir la espalda. Se sentó en las escaleras a descansar, justo en ese momento bajó la tropa por ellas.
-Amore –Lena se colgó de la espalda de Miki intentando llegar a darle un beso desde atrás
-¡Auch! Cariño… Duele
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